Slack, la aplicación que quiere terminar con los emails en el trabajo.
El correo electrónico, esa herramienta maravillosa que permite comunicarnos (casi) de inmediato desde cualquier lugar del mundo, se ha convertido, aseguran los expertos, en el gran enemigo de la productividad en el trabajo. Hay estudios que aseguran que la montaña de correos electrónicos que debe gestionar un empleado medio de oficina -sin contar con los mails personales, el spam, las ofertas y los recordatorios de reuniones o chascarrillos entre compañeros- hacen ingobernables las bandejas de entrada. Además de poco productivo, el correo electrónico es también, según un artículo publicado el pasado año en el Journal of Experimental Social Psychology, ineficaz: resulta 34 veces más efectivo acercarse y decir las cosas a la cara que enviar un email.