Drones impresos en 3D para que los niños se enamoren de la electrónica.
El acrónimo STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, según las siglas en ingles) es una de las palabras de moda. Cada vez que alguien pide soluciones educativas para salir de la crisis, o se pregunta cómo enfrentar las futuras revoluciones digitales, o formula escenarios de profesiones que vendrán, el famoso STEM hace una aparición estelar. ¿Es un simple capricho o una evidencia contrastada? Según un estudio de Ranstad Research en el año 2022 en España serán necesarios 1,25 millones de puestos de trabajo cualificados para afrontar la digitalización y robotización de la gran mayoría de tareas productivas. Podría decirse, entonces, que para evitar que un robot termine por dejarte sin trabajo, lo mejor es aprender a construirlos y programarlos. Curiosamente, aunque se sabe de la necesidad de la formación en STEM para afrontar este gran cambio, el número de licenciados en las carreras de estas ramas no aumenta cada año, más bien al contrario: para el 2021 se espera que se gradúen alrededor de 57.600 estudiantes, una cifra bastante inferior a los 69.113 que lo hicieron en 2016.