La primera oficina que implanta chips a sus empleados.
La palabra cyborg dispara la imaginación hacia seres híbridos entre humanos y máquinas con poderes extraordinarios. Poderes que, por supuesto, van mucho más allá que utilizar la impresora de la oficina o sacar un refresco de la máquina. Pero los cyborgs que trabajan en Epicenter lo son, precisamente para eso: abrir puertas sin tarjetas, pagar chucherías o encender su ordenador. Alrededor de 160 empleados de esta compañía sueca, reclutados de forma voluntaria en fiestas (beer and chips las llaman), tienen un microchip implantado en la muñeca que les permite, como dice Jowan Österlund, fundador de Biohax (empresa encargada de los implantes), “hablar con las máquinas”.
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